Lámparas de bajo consumo
La realidad es que con los precios de la electricidad y la creciente conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, las lámparas de bajo consumo parecen una opción obligada.
Sin embargo, todavía hay dos barreras que impiden que este tipo de tecnologías sean totalmente aceptadas en todos los hogares. La primera es el precio, algo que, si se piensa a largo plazo, no es tal. La segunda es la falta de un conocimiento cabal de la propuesta.
Acerca del precio, es cierto que a priori resultan ser productos más caros que las lámparas incandescentes: las lámparas de bajo consumo son 3 o 4 veces más caras.
Sin embargo, si se tiene en cuenta que tienen una vida útil 8 veces mayor y, aparte, consumen menos electricidad, a largo plazo no parecen ser más caras. En este punto, como en otro, los productos de bajo consumo tienden a ser más caros, pero se amortizan con el ahorro.
No se necesitan luminarias especiales para usar lámparas de bajo consumo, la oferta de bajo consumo actual está pensada para que los usuarios puedan migrar de las lámparas tradicionales sin tener que modificar nada de su casa. No hace falta realizar ninguna modificación al sistema eléctrico.
Hay diferentes propuestas con iluminación más cálida (para el living o los cuartos) y otras más frías (para la cocina o el baño).
Cabe considerar que las lámparas de bajo consumo, como su nombre lo indica, consumen menos, por ello no hace falta tampoco apagarlas cada vez que se sale de la habitación. Si se ubican en una cocina, tranquilamente se la puede dejar prendida un periodo largo sin preocuparse por la cuenta de electricidad.
Más allá de que resulta difícil romper con la rutina, y más cuando ya es casi centenaria, la migración hacia las opciones de bajo consumo no sólo es económica sino también amigable con el medio ambiente. Las lámparas de bajo consumo pueden llegar a ahorrar un 80% de electricidad, en comparación con las tradicionales.
Sin embargo, todavía hay dos barreras que impiden que este tipo de tecnologías sean totalmente aceptadas en todos los hogares. La primera es el precio, algo que, si se piensa a largo plazo, no es tal. La segunda es la falta de un conocimiento cabal de la propuesta.
Acerca del precio, es cierto que a priori resultan ser productos más caros que las lámparas incandescentes: las lámparas de bajo consumo son 3 o 4 veces más caras.
Sin embargo, si se tiene en cuenta que tienen una vida útil 8 veces mayor y, aparte, consumen menos electricidad, a largo plazo no parecen ser más caras. En este punto, como en otro, los productos de bajo consumo tienden a ser más caros, pero se amortizan con el ahorro.
No se necesitan luminarias especiales para usar lámparas de bajo consumo, la oferta de bajo consumo actual está pensada para que los usuarios puedan migrar de las lámparas tradicionales sin tener que modificar nada de su casa. No hace falta realizar ninguna modificación al sistema eléctrico.
Hay diferentes propuestas con iluminación más cálida (para el living o los cuartos) y otras más frías (para la cocina o el baño).
Cabe considerar que las lámparas de bajo consumo, como su nombre lo indica, consumen menos, por ello no hace falta tampoco apagarlas cada vez que se sale de la habitación. Si se ubican en una cocina, tranquilamente se la puede dejar prendida un periodo largo sin preocuparse por la cuenta de electricidad.
Más allá de que resulta difícil romper con la rutina, y más cuando ya es casi centenaria, la migración hacia las opciones de bajo consumo no sólo es económica sino también amigable con el medio ambiente. Las lámparas de bajo consumo pueden llegar a ahorrar un 80% de electricidad, en comparación con las tradicionales.
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