Decoracion: Una casa chorizo renovada
En Almagro, una casona de noventa años se transformó en vivienda y taller para el artista plástico Diego Perrotta; ingenio e imaginación al servicio de la funcionalidad.
El área del taller, dos mesas con caballetes y sillas de caño. Apoyada contra la pared, su obra Infiernillo.
Junto a un sillón individual -regalo de una amiga-, vinilo ploteado con la obra de Perrotta La red del caos.
Los muebles de cocina son diseños del arquitecto Eduardo Schopperle. Artefacto de cocina de TST y mesa y sillas hechas por Carpintería Bilbao.
Me gustan los colores intensos del arte latinoamericano: una seña personal y tal vez un resabio de mi vida en México, dice Perrotta.
"Mirá que te vas a terminar peleando con el arquitecto...", le advertían sus amigos. Tal vez porque, según la experiencia de muchos, tarde o temprano los diferentes criterios, la ansiedad o el choque de egos hacen combustión. Pero el artista Diego Perrotta no es de los que se quedan al margen, y con el arquitecto Eduardo Schopperle abordó el proyecto de buscar de una propiedad, reformarla y equiparla para vivir y trabajar.
Fueron cinco meses intensos de trabajo en equipo: "Lo disfruté tanto como si hubiera estado armando una muestra. Me encantó ir a ver materiales, muebles... Me divertí muchísimo", dice Diego, y Eduardo asiente sumando una nota de agradecimiento a su cliente.
El área del taller, dos mesas con caballetes y sillas de caño. Apoyada contra la pared, su obra Infiernillo.
Se decidieron por un viejo PH de 130m2 con habitaciones oscuras y estancas de 4x4 y 4,80 metros de altura y un patio central olvidado. Allí debían distribuirse la vivienda y el taller de Diego, donde, además, dicta cursos de pintura. Con la intención de que convivieran todas las situaciones sin resignar intimidad, en la planta baja armaron su estudio personal, el salón de clases, el living y la cocina con vista y salida al patio y, en la planta alta, un gran living-comedor y un dormitorio con baño de doble circulación.
En el trabajo del dúo Perrotta-Schopperle, las premisas fueron obtener la mayor luminosidad posible e integrar los espacios. Lo primero se consiguió a través del patio, única fuente de luz natural, practicando caladuras y nuevos aventanamientos. Para lo segundo, la demolición de divisiones transformó los cuartos existentes en una sucesión de ambientes vinculados. Por su parte, la construcción de entrepisos, además de aumentar la superficie, produjo cambios de escala que modificaron la percepción en plano vertical de acuerdo con los usos.
Junto a un sillón individual -regalo de una amiga-, vinilo ploteado con la obra de Perrotta La red del caos.
Los muebles de cocina son diseños del arquitecto Eduardo Schopperle. Artefacto de cocina de TST y mesa y sillas hechas por Carpintería Bilbao.
En cuanto a lo visual, así como Perrotta despliega en su obra una estética latinoamericana signada por las tonalidades vibrantes y las texturas, trasladó eso a su casa mediante el color en puntos como la cocina- comedor, el baño en suite y el patio naranja rojizo. De ese modo, además, evitó relegarlos como meros servicios. Buscó una conjunción entre historia y modernidad, con ámbitos más netos que pudieran contener los juegos estéticos de su vida cotidiana compensando, con gran criterio, la neutralidad de esos espacios con obras propias y ajenas. El resultado de la experiencia compartida es una casa que refleja calidez, sensibilidad y trabajo.
Me gustan los colores intensos del arte latinoamericano: una seña personal y tal vez un resabio de mi vida en México, dice Perrotta.
Producción: Ana Markarian
Fotos: Daniel Karp
Via:www.espacioliving.com
Fotos: Daniel Karp
Via:www.espacioliving.com
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