Casa con voladizo - Arturo Franco, Fabrice van Teslaar
La casa Paz se sitúa en una urbanización de los años 60, a 70 Km. de Madrid aproximadamente. La arquitectura de la zona se podría considerar residencial convencional, sin ningún interés arquitectónico, construida con topologías y materiales tremendamente heterogéneos. A las afueras del pueblo de Robledo de Chavela se sitúa la urbanización Río Cofio y en el límite de esta, al borde de un acantilado que vuelca sobre un pequeño río, se encuentra la parcela, 1.400 m2 sobre un terreno en fuerte pendiente.
A la parcela se accede desde una carretera que circula por la parte superior, justo enfrente, mirando hacia el oeste, superando el valle, se vuelve a levantar la montaña de manera muy pronunciada, generando un parque natural especialmente protegido. Cuando vimos por primera vez la parcela, sentimos la necesidad de poder llegar hasta allí con la casa, de poder estar colgado en mitad del valle, suspendido en la copa de algún árbol, casi al otro lado, escuchando el rumor de río Cofio justo debajo. A partir de aquí tuvimos que resolver un problema técnico, funcional y económico.
La necesidad obligo a agudizar el ingenio hasta el extremo y a trabajar por administración, subcontratando todos los oficios por separado. Ninguno de ellos (todos oficios locales), ni de nosotros, nos habíamos enfrentado a un problema estructural así para una vivienda. ¿Cómo poder llegar hasta allí y conseguir un espacio único para sus dos habitantes? Comenzamos a pensar: otra nave de hierro como las de aquellos constructivistas rusos visionarios, una obra de Tony Carr, una silla de Shapiro, una pieza de Max Bill, algo pesado y ligero al mismo tiempo, la gravedad como problema, la escala como instrumento de trabajo, una mesa grande o un barco pequeño. Definitivamente buscamos una vivienda lineal de carácter ascendente. La línea recta y una escalera interior con grandes peldaños de 90 cm. de ancho, como de jardín, que articula todas las funciones. Bajo ella una pequeña piscina terapéutica de 2m de ancho por 10 m de largo.
Todo el programa se desarrolla en el interior de un paralelepípedo de estructura metálica y piel de metal estirado (deploye) que se apoya sobre un vaso de hormigón armado, contenedor del agua de la piscina y de los depósitos de gasoleo, caldera, depuradora, etc. El estomago del animal, de este artefacto de hierro donde se concentran todos los fluidos vitales. Todo ello a más de 15 metros de altura sobre el río. Nueve patas HEB 300 descargan el peso sobre el terreno. Son el único contacto de la casa con el suelo. La casa, para mantener el equilibrio estructural y una cierta lógica gravitatoria, vuela sin ningún apoyo 5,5 m sobre el río, y lo mismo hacia la carretera, quedando solo a 40 cm. del terreno sobre la zona de acceso. De esta manera se consigue el equilibrio de masas al llevar, también, los elementos pesados a la caja de hormigón y bajar así el punto de gravedad.
La grúa de que podíamos disponer solo alcanzaba 18 m, es decir, hasta el final del vaso de hormigón. No llegábamos a poder construir el voladizo mas alejado, así que tuvimos que levantar toda la jaula metálica de la vivienda desplazada hacia la carretera y, posteriormente, por medio de unos tirantes manuales, deslizarla sobre el vaso de hormigón, por unos raíles, para formar el voladizo definitivo, como si fuera un tren.
En definitiva, esta casa ha sido una aventura en la que están viviendo Paz y su marido Tomas, a los que agradecemos su infinita confianza y valentía y, con la que, según dicen, se sienten totalmente identificados.
Año de la Obra:2006
Área construida:363 m²
Ubicación: Madrid, España
Fotógrafo: Carlos Fernández Piñar
A la parcela se accede desde una carretera que circula por la parte superior, justo enfrente, mirando hacia el oeste, superando el valle, se vuelve a levantar la montaña de manera muy pronunciada, generando un parque natural especialmente protegido. Cuando vimos por primera vez la parcela, sentimos la necesidad de poder llegar hasta allí con la casa, de poder estar colgado en mitad del valle, suspendido en la copa de algún árbol, casi al otro lado, escuchando el rumor de río Cofio justo debajo. A partir de aquí tuvimos que resolver un problema técnico, funcional y económico.
La necesidad obligo a agudizar el ingenio hasta el extremo y a trabajar por administración, subcontratando todos los oficios por separado. Ninguno de ellos (todos oficios locales), ni de nosotros, nos habíamos enfrentado a un problema estructural así para una vivienda. ¿Cómo poder llegar hasta allí y conseguir un espacio único para sus dos habitantes? Comenzamos a pensar: otra nave de hierro como las de aquellos constructivistas rusos visionarios, una obra de Tony Carr, una silla de Shapiro, una pieza de Max Bill, algo pesado y ligero al mismo tiempo, la gravedad como problema, la escala como instrumento de trabajo, una mesa grande o un barco pequeño. Definitivamente buscamos una vivienda lineal de carácter ascendente. La línea recta y una escalera interior con grandes peldaños de 90 cm. de ancho, como de jardín, que articula todas las funciones. Bajo ella una pequeña piscina terapéutica de 2m de ancho por 10 m de largo.
Todo el programa se desarrolla en el interior de un paralelepípedo de estructura metálica y piel de metal estirado (deploye) que se apoya sobre un vaso de hormigón armado, contenedor del agua de la piscina y de los depósitos de gasoleo, caldera, depuradora, etc. El estomago del animal, de este artefacto de hierro donde se concentran todos los fluidos vitales. Todo ello a más de 15 metros de altura sobre el río. Nueve patas HEB 300 descargan el peso sobre el terreno. Son el único contacto de la casa con el suelo. La casa, para mantener el equilibrio estructural y una cierta lógica gravitatoria, vuela sin ningún apoyo 5,5 m sobre el río, y lo mismo hacia la carretera, quedando solo a 40 cm. del terreno sobre la zona de acceso. De esta manera se consigue el equilibrio de masas al llevar, también, los elementos pesados a la caja de hormigón y bajar así el punto de gravedad.
La grúa de que podíamos disponer solo alcanzaba 18 m, es decir, hasta el final del vaso de hormigón. No llegábamos a poder construir el voladizo mas alejado, así que tuvimos que levantar toda la jaula metálica de la vivienda desplazada hacia la carretera y, posteriormente, por medio de unos tirantes manuales, deslizarla sobre el vaso de hormigón, por unos raíles, para formar el voladizo definitivo, como si fuera un tren.
En definitiva, esta casa ha sido una aventura en la que están viviendo Paz y su marido Tomas, a los que agradecemos su infinita confianza y valentía y, con la que, según dicen, se sienten totalmente identificados.
Año de la Obra:2006
Área construida:363 m²
Ubicación: Madrid, España
Fotógrafo: Carlos Fernández Piñar
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