Casa Canidelo - João Laranja Queirós
Cuando nos enfrentamos con la oportunidad de hacer este proyecto, una vivienda familiar en Canidelo, Vila Nova de Gaia, nuestras preocupaciones comenzaron al explorar un objeto arquitectónico, que obedeciera a los límites del predio de 14×7 metros, el programa y los problemas arquitectónicos que consideramos fundamentales en un proyecto que requerían ser explotados.
La interpretación de un mundo a través del reconocimiento de estructuras geométricas abstractas, fue como volver al pasado, un objeto de estudio y entendimiento de su propio tipo de belleza en el mundo.
De formas simples a más complejas, simétrica o equilibrada, una buena composición debiese ser inherente a un sistema de estructuras geométricas, en que sus partes y el todo trabajan conjuntamente.
Aceptando estos supuestos, hemos tratado de desarrollar un objeto que a su vez tendrá una geometría tan fuerte y unificada que cualquier constricción que se adhiriera en el futuro (lote 12), intentando nunca perder la fuerza de que fuera un objeto arquitectónico único apoyado en un elemento extranjero, el otro.
En el desarrollo de esta investigación, y por razones relacionadas con el diseño de la parcela, se acepta que la forma cuadrada, pura, serviría como una base para la composición de las plantas y las fachadas, dando lugar a la jerarquía de los espacios, que se expandirán en diferentes dimensiones.
Además también estamos interesados en el tema de la “masa” como un elemento generador de espacio, es decir, en la búsqueda de un volumen que podría ser excavado resultando en un segundo juego de luces y sombras. Una ironía casi surrealista presente en este proyecto es que la “masa” puede levitar, reflejando la luz.
Se determinó que, basándose en las dimensiones del predio, surgiera un cuerpo rectangular, que pudiera ser dividido en dos cubos de 7×7. La configuración del terreno y la pendiente (una diferencia de 3 metros entre un extremo y otro), permitieron que una fachada se ubicara sobre la calle aparentemente suspendida.
Para reforzar la idea de que la estructura geométrica en parte integral de un todo, el programa del espacio se dividió en estructuras jerárquicas y regulares. Es decir, en múltiplos de nuestro cuadrado original de 7×7.
Una de las preguntas que nos pareció muy interesante, lo que releja un gesto moderno, es la composición de un equilibrio más que de una simetría visual. Es decir que a pesar de ser una forma regular, encuentra un equilibrio en la composición visual en la apertura de vanos.
Por otra parte, y llevando a una noción extrema del todo y sus partes como un único elemento, se optó por construir esta masa con hormigón blanco, hormigón, porque es los que realmente importa en una construcción contemporánea y blanco, porque se acerca más a la pureza, y al todo.
Aparte de estos temas o del diálogo meramente formal y conceptual con el cliente siempre sirviendo como una motivación, se establecieron nuevas fronteras.
Un tema que consideramos esencial para la formalización del volumen, comenzó a través del cuestionamiento de las correcciones para permitir la parcelación, y este es el punto en donde el proyecto viene con otro problema, revolucionando las premisas iniciales.
Se establecen dos hogares que, si bien respetan las diferencias entre los clientes, construyen un equilibrio entre ambos volúmenes, garantizando la unidad.
La precisión de la malla que soporta las estructuras espaciales, se extiende de la bidimensionalidad hacia la tridimensionalidad mediante la incorporación de la construcción rigurosa, planes de continuidad, secuencia de alineaciones y estereotomía.
La limpieza de la forma final es la condición más importante, y se logra enfatizando la masa con hormigón blanco y otros materiales mediante la reducción de una pequeña expresión. Finalmente se lee un nuevo bloque macizo perforado por tragaluces.
La luz es el factor determinante tanto en la composición de las elevaciones, como en la definición de los espacios interiores.
Después de que los dos proyectos estuvieran completamente definidos, comenzó el proceso de la aprobación del proyecto el 2003, comenzando su construcción el 2006 y concluyendo el 2009.
Como una condición irrevocable, tuvimos € 270,000 para la construcción de cada vivienda, sin posibilidad de desviaciones en el presupuesto. Ocurrió una gestión de materiales, junto con la simplificación del diseño, que se mantuvo dentro del principio “menos es más”, absolutamente en armonía con la concepción del proyecto.
El costo por metro cuadrado estuvo por debajo de los 900 euros. Los edificios se construyeron en dos años, en hormigón blanco, suelo de parquet y mármol de Riga en los cuartos de baño, en donde la mayoría de los muebles se incorporaron a la arquitectura.
Arquitectos: João Laranja Queirós
Año de la Obra:2009
Área construida:319 m²
Ubicación: Vila Nova de Gaia, Portugal
Fotógrafo: João Laranja Queirós
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