Decoracion: 3 departamentos, 3 estilos
En el Bajo de Acassuso, el edificio de una antigua sociedad de fomento se convirtió en un condominio que cambió la cara pero mantiene intacto su espíritu de cooperación. Tres de sus habitantes nos muestran lo que sus casas tienen de distinto y lo que comparten.
CÉSAR.
"Este edificio era una antigua sociedad de fomento. Hecha de hormigón, se le agregaron -adelante y atrás- sendas proyecciones de madera", explica César. "La pileta en altura rodeada por deck es un lujo, por no hablar de los árboles que la rodea".
Igualmente especial es la ambientación de su casa: la mesa ratona es un pallet que encontró en la calle y al que le puso ruedas, el sofá vino de la casa de su madre y a la mesa del comedor la mandó a hacer bastante después de mudarse. La mayoría de las fotos que adornan las paredes son de su autoría, y en el espacio aledaño al living organizó un rincón conocido como "la barra del Césare" por su afición a agasajar a sus amigos con comidas y tragos.
MARÍA.
María, que se define como "catalana de nacimiento y mediterránea de sangre", estudió diseño y fotografía, y muy pronto empezó a viajar por las principales capitales del mundo. Después de vivir ocho años en Costa Rica, en 2001 llegó a Buenos Aires, donde se sintió instantáneamente fascinada por el Río de la Plata.
"El primer día, almorcé en el restaurante Barrancas de Alvear y me encantó este río tan parecido al mar. Durante los primeros años, viví en Vicente López, y cuando comencé a practicar windsurf en Perú Beach decidí que éste era mi lugar". Hace tres años María paseaba por la zona buscando casa, hasta que de pronto se paró frente a la que hoy es la suya. Sin siquiera entrar, llamó a la inmobiliaria y gritó: "¡La quiero!". Semanas más tarde estaba mudándose, curiosamente, por los mismos días en que lo hizo César. "La luz, la vegetación, el barrio y la gente hacen que éste sea mi espacio. Después de haber viajado tanto, realmente me siento en casa".
"Cuando me mudé hice varias reformas, con la idea de aprovechar mejor los espacios. Por ejemplo: en el hall de distribución, puse una mesa que también es escritorio; y arriba, creé un corredor donde coloqué la biblioteca. Hoy es un lugar con mucha luz y casi mi preferido". Fanática del reciclado, del color y de la noble tarea de encontrar objetos bellos y singulares, María es una incansable visitante de cuanta feria, subasta o mercado aparezca en su camino. "La mesita redonda que tengo en el living es en realidad un viejo mueble para guardar los instrumentos de los dentistas: lo encontré en una casa de empeño", nos cuenta entre innumerables anécdotas.
JAVIER.
Javier tiene 43 años y es, por poquito, el propietario más antiguo del edificio. "Me mudé hace cuatro años y estoy feliz. Desde hace mucho practico windsurf, y acá estoy a un paso del club, además de que disfruto muchísimo la naturaleza; de hecho, mis amigos suelen decirme que este departamento parece un lugar de vacaciones". Al trabajar en una empresa de telecomunicaciones en el Centro, Javier pasa más tiempo en su casa los fines de semana. "Parece otro mundo: hasta se escucha el relinchar de caballos, porque muy cerca hay un club hípico". En cuanto a la convivencia con sus vecinos, asegura que es más que armoniosa. "Como todos tenemos mascotas, nos las cuidamos entre nosotros cuando nos vamos de viaje -dice-, compartimos los espacios comunes y respetamos los propios. Jamás hemos tenido un problema".
"Mi espacio preferido es el living-comedor. Me parece súper cálido, es cómodo y luminoso y tiene más onda de casa que de departamento. El dormitorio también me encanta, por la vista y por la amplitud". En cuanto a la ambientación, el propietario explica que la mayoría de los muebles son heredados. "Algo vino de mis viejos y otro poco de mis abuelos. Incluso tengo tres baúles que heredé de mi bisabuelo. También hay objetos que fui comprando en viajes -como mantas de México y artesanías de Sudáfrica y la Patagonia-, además de algunos cuadros que me regalaron mis amigos. Tengo varias plantas y algunos artículos deportivos, como una orza de la tabla de surf y un remo de kayak".
Producción: Violeta Quesada
Fotos: Daniel Karp
Texto: Verónica Ocvirck.
Via:www.espacioliving.com
CÉSAR.
Tiene 30 años, es fotógrafo aficionado y trabaja diseñando parques de diversiones. Como en el edificio no existe algo así como un consorcio, cada uno de los vecinos tomó la responsabilidad de ocuparse de un aspecto del mantenimiento. Así, por ejemplo, César se encarga de la pileta.
Su casa es como él: ecléctica, libre y, sobre todo, muy alegre. César tiene 30 años y hace tres que se mudó al departamento que adora y que encontró por casualidad, andando en bicicleta. "Vivía por la zona y siempre veía esta construcción, a la que llamaba 'la vietnamita', pero nunca se me ocurrió que algún día podía llegar a vivir acá". Fotógrafo aficionado, hoy se dedica al diseño de parques de diversiones, y como puede trabajar desde su casa, asegura que la disfruta "a cada instante". "Durante el día, estoy en el living o en la terraza que, como es bastante reparada, me permite disfrutar del sol incluso en invierno. A la noche, por lo general, trabajo en el escritorio, que tengo junto a mi cuarto en la planta baja. La verdad, siempre me enamoré a primera vista de las casas en las que viví, y ésta no es la excepción. De acá me gusta todo: el estilo de 'posada brasileña', la vista, los bananos y hasta la buena onda con los vecinos. Cruzo la puerta, y estoy en otro mundo".
"Este edificio era una antigua sociedad de fomento. Hecha de hormigón, se le agregaron -adelante y atrás- sendas proyecciones de madera", explica César. "La pileta en altura rodeada por deck es un lujo, por no hablar de los árboles que la rodea".
Igualmente especial es la ambientación de su casa: la mesa ratona es un pallet que encontró en la calle y al que le puso ruedas, el sofá vino de la casa de su madre y a la mesa del comedor la mandó a hacer bastante después de mudarse. La mayoría de las fotos que adornan las paredes son de su autoría, y en el espacio aledaño al living organizó un rincón conocido como "la barra del Césare" por su afición a agasajar a sus amigos con comidas y tragos.
MARÍA.
Catalana hiperactiva y fanática de encontrar objetos bellos y raros, María llegó a Buenos Aires en 2001 y hoy maneja una productora de comerciales para televisión. Su departamento derrocha feminidad, y tal vez por eso su aporte a los espacios comunes pasa por el cuidado del jardín.
María, que se define como "catalana de nacimiento y mediterránea de sangre", estudió diseño y fotografía, y muy pronto empezó a viajar por las principales capitales del mundo. Después de vivir ocho años en Costa Rica, en 2001 llegó a Buenos Aires, donde se sintió instantáneamente fascinada por el Río de la Plata.
"El primer día, almorcé en el restaurante Barrancas de Alvear y me encantó este río tan parecido al mar. Durante los primeros años, viví en Vicente López, y cuando comencé a practicar windsurf en Perú Beach decidí que éste era mi lugar". Hace tres años María paseaba por la zona buscando casa, hasta que de pronto se paró frente a la que hoy es la suya. Sin siquiera entrar, llamó a la inmobiliaria y gritó: "¡La quiero!". Semanas más tarde estaba mudándose, curiosamente, por los mismos días en que lo hizo César. "La luz, la vegetación, el barrio y la gente hacen que éste sea mi espacio. Después de haber viajado tanto, realmente me siento en casa".
"Cuando me mudé hice varias reformas, con la idea de aprovechar mejor los espacios. Por ejemplo: en el hall de distribución, puse una mesa que también es escritorio; y arriba, creé un corredor donde coloqué la biblioteca. Hoy es un lugar con mucha luz y casi mi preferido". Fanática del reciclado, del color y de la noble tarea de encontrar objetos bellos y singulares, María es una incansable visitante de cuanta feria, subasta o mercado aparezca en su camino. "La mesita redonda que tengo en el living es en realidad un viejo mueble para guardar los instrumentos de los dentistas: lo encontré en una casa de empeño", nos cuenta entre innumerables anécdotas.
JAVIER.
Tiene 43 años y su pasión por el windsurf lo llevó a buscar una casa en la zona del Bajo de donde hoy no se movería "ni loco". Trabaja en una compañía de telecomunicaciones y, como es un hombre muy ordenado, su tarea para con el edificio consiste en llevar las cuentas.
Javier tiene 43 años y es, por poquito, el propietario más antiguo del edificio. "Me mudé hace cuatro años y estoy feliz. Desde hace mucho practico windsurf, y acá estoy a un paso del club, además de que disfruto muchísimo la naturaleza; de hecho, mis amigos suelen decirme que este departamento parece un lugar de vacaciones". Al trabajar en una empresa de telecomunicaciones en el Centro, Javier pasa más tiempo en su casa los fines de semana. "Parece otro mundo: hasta se escucha el relinchar de caballos, porque muy cerca hay un club hípico". En cuanto a la convivencia con sus vecinos, asegura que es más que armoniosa. "Como todos tenemos mascotas, nos las cuidamos entre nosotros cuando nos vamos de viaje -dice-, compartimos los espacios comunes y respetamos los propios. Jamás hemos tenido un problema".
"Mi espacio preferido es el living-comedor. Me parece súper cálido, es cómodo y luminoso y tiene más onda de casa que de departamento. El dormitorio también me encanta, por la vista y por la amplitud". En cuanto a la ambientación, el propietario explica que la mayoría de los muebles son heredados. "Algo vino de mis viejos y otro poco de mis abuelos. Incluso tengo tres baúles que heredé de mi bisabuelo. También hay objetos que fui comprando en viajes -como mantas de México y artesanías de Sudáfrica y la Patagonia-, además de algunos cuadros que me regalaron mis amigos. Tengo varias plantas y algunos artículos deportivos, como una orza de la tabla de surf y un remo de kayak".
Producción: Violeta Quesada
Fotos: Daniel Karp
Texto: Verónica Ocvirck.
Via:www.espacioliving.com
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