Casa Garibay - Jorge Scrimaglio
La casa Garibay está en un barrio residencial en las afueras de Rosario. Antiguas casonas, amplias veredas de césped y añosos árboles terminan de conformar su entorno. La casa adopta un partido relativamente frecuente: por un lado se acerca al frente del terreno y por otro se pega a una de las medianeras, conformando una suerte de L que deja un gran patio rectangular a uno de los lados. Pero Scrimaglio dobla la apuesta y complejiza esta aparentemente sencilla solución mediante dos operaciones espaciales, una planta y otra en corte.
En planta, se verifica el paulatino alejamiento del edificio de la línea medianera, desarmando la habitual tira de dormitorios y el pasillo lineal en unidades funcionales (dormitorio+pasillo+terraza+pérgola). El pasillo es ahora parte de una de estas unidades que deja ver en su extremo un vano donde se produce el quiebre de la planta. Por el lado del patio, son una pérgola de hormigón en voladizo y una terraza parcialmente limitada por un cantero los elementos que articulan su relación con el exterior.
El corte es aún más complejo. Parte de la casa se eleva medio nivel en el frente, alojando la cochera medio nivel abajo. Una escalera surge en un vértice del garaje directamente al patio, mientras otra lo hace hacia el interior de la casa. Esta elevación de nivel se reduce hacia atrás en cada una de las unidades que conforman los dormitorios. Entonces, los pasillos también sufren un cambio de nivel en cada cambio de dirección. Las terrazas de cerámicos rojos se van derramando hacia el césped del jardín, cada vez más cerca de la tierra conforme avanzamos hacia el fondo del terreno. Los espacios interiores más jerarquizados de la casa, el estar y el comedor, también gozan de una rica espacialidad producto de esta operación. Los muros interiores, de ladrillo visto o encalados en blanco, también forman parte del registro sensible que anima la obra de Scrimaglio, vivificado por un sabio uso de la luz.
Materializada en ladrillo y hormigón, la casa posee ciegos y masivos volúmenes de ladrillo hacia la calle (hacia el oeste) y generosos vanos hacia el jardín (hacia el este y el norte). Tal vez sin buscarlo, en el tratamiento de la fachada a la calle y en estos espacios internos, anotamos la influencia de otro maestro nórdico: Alvar Aalto. Los vanos son “ausencia de muro” que van desde el piso hasta la losa. No hay dinteles practicados en el muro, salvo en vacíos de pequeñas dimensiones. Las aberturas son marcos de sólida madera que encierran paños de vidrio de proporciones francamente verticales.
Las cubiertas inclinadas son de hormigón revestidas en ladrillo, que contrapesan sabiamente las amplias pérgolas en voladizo hacia el jardín. Los materiales trabajan conforme su naturaleza: el ladrillo comprime y es comprimido. Forma la envolvente y es estructura portante. Transmite las cargas con eficiencia hacia el suelo. El hormigón, más versátil, permite adintelar los vanos, pero también puede volar, y de hecho lo hace. Y es el peso del ladrillo lo que termina por permitir semejante proeza.
Ladrillos y cerámicos rojos revisten pisos y escaleras de esta pequeña obra maestra. En las obras de Scrimaglio, siempre estamos pisandola Tierra.
Arquitecto: Jorge Scrimaglio
Ubicación: Rosario, Argentina Año
Proyecto: 1964 / 1971
Texto: Carlos Candia, Arquitecto
Fotografías: Arq. Juan Andrés Romanos, Arq. Carlos Candia, Arq. Ignacio Almeyda
Jorge Scrimaglio nació en Rosario, Argentina y se formó en la Universidad local como arquitecto. Se gradúa en 1961, en una Facultad revolucionada por un nuevo plan influenciado por el “Modelo de Ulm”. En sus últimos años de estudio toma contacto con Eduardo Sacriste, siendo alumno de un curso de verano dictado por éste en Tucumán. Algunos años más tarde pasa una temporada dando clases en la Facultad de Arquitectura de la Universidadde Mendoza, dirigida por Enrico Tedeschi. Si bien sus primeros trabajos estuvieron influidos por la obra de Frank Lloyd Wright, (conocida sin duda a través de su maestro Sacriste) la producción de Scrimaglio está sellada por un lenguaje único, consecuencia, según Juan Manuel Rois, de una indagación clave: el origen americano de su arquitectura.
Personaje olvidado por varias décadas, fue rescatado en los 90 por arquitectos más jóvenes como Marcelo Villafañe y Marcelo Perazzo, quienes le dedicaron el primer número de la revista 041 en el año 1997, acaso la única compilación, hasta la el día de hoy, de su obra. Contemporáneamente, la Cátedra Galli (luego Barrale) de la Facultad de Arquitectura dela Universidad Nacional de Rosario comenzó una firme difusión de su obra y de su pensamiento. Más acá en el tiempo, fue Juan Manuel Rois quien llevó su producción a revistas nacionales y publicaciones internacionales.
La labor de Scrimaglio se desarrolla desde fines de los años 50 en Rosario y sus alrededores y se destaca en el contexto arquitectónico latinoamericano por su rigor y austeridad. La materia y la forma El ladrillo como tierra cocida, como unidad material, se convierte en el protagonista excluyente de sus edificios. Dice Rafael Iglesia que el ladrillo es el “tejido” de sus obras: es muro, piso y techo. Es escalera, tabique y alero. Y es la posición en el espacio de esta unidad mampuesta lo que le confiere sus características.
Si bien la influencia de Wright es notable, la obra de Scrimaglio tiene cualidades de las que carece la del maestro de Taliesin: un intenso misticismo, un riguroso ascetismo tiñen su producción, y esto se hace notable en la economía de recursos materiales que utiliza. Hombre de profundas convicciones religiosas, Scrimaglio usa ladrillo, hormigón, madera y cerámica roja como la materia que conforma sus edificios. La tierra, la piedra y la madera se hacen presentes y animan, junto con el agua y el fuego necesarios para los procesos que les dan forma, un círculo virtuoso de referencias a lo telúrico, a las fuerzas dela Naturaleza; en última instancia, a Dios.
El resultado de estas exploraciones es una arquitectura atemporal, difícil de datar, lógica y precisa, alejada de las modas y de los circuitos de producción formal; original en cuanto a la búsqueda de un origen, “aquello de inicia un camino”, nos dice Juan Manuel Rois citándolo. En este sentido se puede relacionar su obra con la de otros dos maestros muy poco conocidos provenientes de entornos culturales absolutamente disímiles: el argentino Claudio Caveri y el sueco Sigurd Lewerentz. El nexo con la tierra y el paisaje (tanto físico como cultural) es reforzado con la voluntad de vincular y articular (ahora si, wrightianamente) el exterior y el interior mediante pérgolas, terrazas, canteros y aleros en hormigón, el otro material que moldea su producción.
En planta, se verifica el paulatino alejamiento del edificio de la línea medianera, desarmando la habitual tira de dormitorios y el pasillo lineal en unidades funcionales (dormitorio+pasillo+terraza+pérgola). El pasillo es ahora parte de una de estas unidades que deja ver en su extremo un vano donde se produce el quiebre de la planta. Por el lado del patio, son una pérgola de hormigón en voladizo y una terraza parcialmente limitada por un cantero los elementos que articulan su relación con el exterior.
El corte es aún más complejo. Parte de la casa se eleva medio nivel en el frente, alojando la cochera medio nivel abajo. Una escalera surge en un vértice del garaje directamente al patio, mientras otra lo hace hacia el interior de la casa. Esta elevación de nivel se reduce hacia atrás en cada una de las unidades que conforman los dormitorios. Entonces, los pasillos también sufren un cambio de nivel en cada cambio de dirección. Las terrazas de cerámicos rojos se van derramando hacia el césped del jardín, cada vez más cerca de la tierra conforme avanzamos hacia el fondo del terreno. Los espacios interiores más jerarquizados de la casa, el estar y el comedor, también gozan de una rica espacialidad producto de esta operación. Los muros interiores, de ladrillo visto o encalados en blanco, también forman parte del registro sensible que anima la obra de Scrimaglio, vivificado por un sabio uso de la luz.
Materializada en ladrillo y hormigón, la casa posee ciegos y masivos volúmenes de ladrillo hacia la calle (hacia el oeste) y generosos vanos hacia el jardín (hacia el este y el norte). Tal vez sin buscarlo, en el tratamiento de la fachada a la calle y en estos espacios internos, anotamos la influencia de otro maestro nórdico: Alvar Aalto. Los vanos son “ausencia de muro” que van desde el piso hasta la losa. No hay dinteles practicados en el muro, salvo en vacíos de pequeñas dimensiones. Las aberturas son marcos de sólida madera que encierran paños de vidrio de proporciones francamente verticales.
Las cubiertas inclinadas son de hormigón revestidas en ladrillo, que contrapesan sabiamente las amplias pérgolas en voladizo hacia el jardín. Los materiales trabajan conforme su naturaleza: el ladrillo comprime y es comprimido. Forma la envolvente y es estructura portante. Transmite las cargas con eficiencia hacia el suelo. El hormigón, más versátil, permite adintelar los vanos, pero también puede volar, y de hecho lo hace. Y es el peso del ladrillo lo que termina por permitir semejante proeza.
Ladrillos y cerámicos rojos revisten pisos y escaleras de esta pequeña obra maestra. En las obras de Scrimaglio, siempre estamos pisandola Tierra.
Arquitecto: Jorge Scrimaglio
Ubicación: Rosario, Argentina Año
Proyecto: 1964 / 1971
Texto: Carlos Candia, Arquitecto
Fotografías: Arq. Juan Andrés Romanos, Arq. Carlos Candia, Arq. Ignacio Almeyda
Jorge Scrimaglio nació en Rosario, Argentina y se formó en la Universidad local como arquitecto. Se gradúa en 1961, en una Facultad revolucionada por un nuevo plan influenciado por el “Modelo de Ulm”. En sus últimos años de estudio toma contacto con Eduardo Sacriste, siendo alumno de un curso de verano dictado por éste en Tucumán. Algunos años más tarde pasa una temporada dando clases en la Facultad de Arquitectura de la Universidadde Mendoza, dirigida por Enrico Tedeschi. Si bien sus primeros trabajos estuvieron influidos por la obra de Frank Lloyd Wright, (conocida sin duda a través de su maestro Sacriste) la producción de Scrimaglio está sellada por un lenguaje único, consecuencia, según Juan Manuel Rois, de una indagación clave: el origen americano de su arquitectura.
Personaje olvidado por varias décadas, fue rescatado en los 90 por arquitectos más jóvenes como Marcelo Villafañe y Marcelo Perazzo, quienes le dedicaron el primer número de la revista 041 en el año 1997, acaso la única compilación, hasta la el día de hoy, de su obra. Contemporáneamente, la Cátedra Galli (luego Barrale) de la Facultad de Arquitectura dela Universidad Nacional de Rosario comenzó una firme difusión de su obra y de su pensamiento. Más acá en el tiempo, fue Juan Manuel Rois quien llevó su producción a revistas nacionales y publicaciones internacionales.
La labor de Scrimaglio se desarrolla desde fines de los años 50 en Rosario y sus alrededores y se destaca en el contexto arquitectónico latinoamericano por su rigor y austeridad. La materia y la forma El ladrillo como tierra cocida, como unidad material, se convierte en el protagonista excluyente de sus edificios. Dice Rafael Iglesia que el ladrillo es el “tejido” de sus obras: es muro, piso y techo. Es escalera, tabique y alero. Y es la posición en el espacio de esta unidad mampuesta lo que le confiere sus características.
Si bien la influencia de Wright es notable, la obra de Scrimaglio tiene cualidades de las que carece la del maestro de Taliesin: un intenso misticismo, un riguroso ascetismo tiñen su producción, y esto se hace notable en la economía de recursos materiales que utiliza. Hombre de profundas convicciones religiosas, Scrimaglio usa ladrillo, hormigón, madera y cerámica roja como la materia que conforma sus edificios. La tierra, la piedra y la madera se hacen presentes y animan, junto con el agua y el fuego necesarios para los procesos que les dan forma, un círculo virtuoso de referencias a lo telúrico, a las fuerzas dela Naturaleza; en última instancia, a Dios.
El resultado de estas exploraciones es una arquitectura atemporal, difícil de datar, lógica y precisa, alejada de las modas y de los circuitos de producción formal; original en cuanto a la búsqueda de un origen, “aquello de inicia un camino”, nos dice Juan Manuel Rois citándolo. En este sentido se puede relacionar su obra con la de otros dos maestros muy poco conocidos provenientes de entornos culturales absolutamente disímiles: el argentino Claudio Caveri y el sueco Sigurd Lewerentz. El nexo con la tierra y el paisaje (tanto físico como cultural) es reforzado con la voluntad de vincular y articular (ahora si, wrightianamente) el exterior y el interior mediante pérgolas, terrazas, canteros y aleros en hormigón, el otro material que moldea su producción.
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