Casa Raigal - Marcelo Villafañe
Su posición en el terreno y su arraigamiento se producen en torno a una apariencia singular, antimimética, que cumple con cierta alineación en tanto registra a través de su casi panóptica visión, todas las direcciones posibles de un terreno vasto y plano; innegablemente está asentada en un pedazo de pampa.
Pareciera puesta al revés, es una casa de frente ciego perforado, si se quiere. Los espacios de servicio en alguna medida le dan intimidad a la vida de la casa que se abre hacia adentro del terreno.
El ingreso no se percibe en primera instancia, se busca, como una experiencia, ingresando por el ángulo más agudo de los dos volúmenes.
Es una casa de dos plantas: dormitorios arriba y doble altura, componiendo una planta quebrada en forma de gancho doble generando ángulos distintos, muy agudos algunos, siempre libres en sus movimientos.
Se ha buscado el contraste de luz en los quiebres de los diferentes ángulos, con sombras más claras y más oscuras, según la hora del día y su colocación respecto al diagrama del cuadrante solar horizontal de 35º. Se han podido constatar diagonales de sombra en algunas caras que desarticulan la idea de caja hacia una idea de forma irregular informe.
Toda idea de sistema se corresponde a un pensamiento lógico, a una estructura soporte. Los bloques de cemento en su repetición y sistema constructivo admiten ausencias que devienen en agujeros que son ventanas; todas de hierro y de vidrio de colores, algunas se abren, otras son fijas y otras son solo bloques retrasados.
De madera multilaminada, la escalera es puro sistema: 5 espigas (de 3 tiras de 1.5 cm encoladas evocando la madera terciada) y 4 vacíos. El plano horizontal correspondiente a la huella le otorga estabilidad al movimiento lateral de pandeo, ya que las espigas aguantan por si cargas muy superiores a las normales de una escalera. A partir de las separaciones entre las espigas y del apilamiento se consigue una sensación de inestabilidad solo aparente.
Esta idea de trabajar entre lo sistemático, la retícula, lo lógico y lo caótico, no como tal sino como otro orden: uno más libre, menos formal y más amorfo; es algo que me está siendo cada vez más afín, hoy por hoy, obra tras obra.
Arquitectos: Marcelo Villafañe
Año de la Obra:2005
Área construida:161 m²
Ubicación: Rosario, Argentina
Fotógrafo: Walter G. Salcedo
Equipo:Laura Rois, Eleonora Flores, Juan Andrés Romanos
Constructor: Carlos Candia, Marcelo Kopca
Pareciera puesta al revés, es una casa de frente ciego perforado, si se quiere. Los espacios de servicio en alguna medida le dan intimidad a la vida de la casa que se abre hacia adentro del terreno.
El ingreso no se percibe en primera instancia, se busca, como una experiencia, ingresando por el ángulo más agudo de los dos volúmenes.
Es una casa de dos plantas: dormitorios arriba y doble altura, componiendo una planta quebrada en forma de gancho doble generando ángulos distintos, muy agudos algunos, siempre libres en sus movimientos.
Se ha buscado el contraste de luz en los quiebres de los diferentes ángulos, con sombras más claras y más oscuras, según la hora del día y su colocación respecto al diagrama del cuadrante solar horizontal de 35º. Se han podido constatar diagonales de sombra en algunas caras que desarticulan la idea de caja hacia una idea de forma irregular informe.
Toda idea de sistema se corresponde a un pensamiento lógico, a una estructura soporte. Los bloques de cemento en su repetición y sistema constructivo admiten ausencias que devienen en agujeros que son ventanas; todas de hierro y de vidrio de colores, algunas se abren, otras son fijas y otras son solo bloques retrasados.
De madera multilaminada, la escalera es puro sistema: 5 espigas (de 3 tiras de 1.5 cm encoladas evocando la madera terciada) y 4 vacíos. El plano horizontal correspondiente a la huella le otorga estabilidad al movimiento lateral de pandeo, ya que las espigas aguantan por si cargas muy superiores a las normales de una escalera. A partir de las separaciones entre las espigas y del apilamiento se consigue una sensación de inestabilidad solo aparente.
Esta idea de trabajar entre lo sistemático, la retícula, lo lógico y lo caótico, no como tal sino como otro orden: uno más libre, menos formal y más amorfo; es algo que me está siendo cada vez más afín, hoy por hoy, obra tras obra.
Arquitectos: Marcelo Villafañe
Año de la Obra:2005
Área construida:161 m²
Ubicación: Rosario, Argentina
Fotógrafo: Walter G. Salcedo
Equipo:Laura Rois, Eleonora Flores, Juan Andrés Romanos
Constructor: Carlos Candia, Marcelo Kopca
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